Durante las últimas décadas, las personas han sido
educadas dentro de una sociedad denominada “industrial”. Tras la revolución industrial,
decidieron plantear la enseñanza de manera que todo el alumnado debía aprender
los mismos conocimientos y habilidades para poder desenvolverse en dicha
sociedad industrial. El alumnado acumulaba conocimientos para que éstos les
sirvieran durante el desarrollo de su trabajo. A partir de los años 70, las
tecnologías de la información y la comunicación (TIC) fueron evolucionando
progresivamente, aumentando su auge a mediados de la década de los 90. Medios
como la televisión, la prensa y la radio permiten que cualquier noticia que
ocurra en un contexto determinado pueda ser captada por cualquier persona de
cualquier parte del mundo. Internet y la revolución de las World Wide Web
permitió difundir aún más esta información. Actualmente nos encontramos en una
“sociedad de la información”, y resulta fundamental que todas las
personas desarrollamos habilidades para desenvolvernos en la vida cotidiana con
estas TIC (Flecha, Padrós y Puigdellívol, 2003).
En los últimos años, ha surgido el fenómeno de las “web
2.0”. Quiere decir que las personas que utilizan Internet no son solamente
meros consumidores de la información que reciben, sino que además les permite
poder interactuar con otros usuarios, crear sus propias producciones a través
de estos medios y poder opinar y valorar todas las producciones que encuentren
a su alrededor, además de poder difundir las propias. Se ha potenciado la
difusión de herramientas libres y gratuitas en Internet. Las diferentes
aplicaciones, denominadas en su conjunto como “software social”, que
permiten que podamos interactuar con otras personas, ampliando las
posibilidades de comunicación y conexión entre personas (se superan las
barreras de distancia y tiempo), permiten facilitar la colaboración e
interacción orientada a un objetivo común (Mora, 2011; Prendes y Solano, 2008).
Entre estas herramientas propias de la web 2.0, tenemos los blogs, los
cuales permiten que los internautas redacten entradas con sus propias
creaciones, reflexiones, noticias de interés, y que otros usuarios puedan
consultarlas y comentarlas. Las wikis, por su parte, permiten que las
personas puedan elaborar en conjunto sus propias producciones sobre un tema en
concreto, fomentándose el trabajo cooperativo y que todos puedan aportar sus
conocimientos. Un gran ejemplo de wiki la encontramos en la enciclopedia
virtual “Wikipedia” (Merelo y Tricas, 2005). Por su parte, los foros de
discusión permiten que un grupo de personas debatan y construyan un
conocimiento sobre un tema, o analicen un problema para intentar resolverlo.
Los participantes desarrollan el aprendizaje y el pensamiento crítico gracias
al trabajo en conjunto entre todos (Tagua de Pepa, 2006). En conjunto, junto
con otras aplicaciones (subida de fotos, anuncio de eventos, etc) podemos
construir una “red social”, donde predomine la pluralidad de puntos de
vista y de personas con diferentes características y potencialidades, además de
crear nuevas relaciones interpersonales y profesionales y enriquecernos los
unos a los otros (Albuquerque y Costa, 2007; Prendes y Solano, 2008).
En general, la web 2.0 promueve la defensa de una
filosofía que denominaremos “cultura de la participación”. Nuestro
estudio se enmarca dentro de un ámbito de investigación que es el de la
educación inclusiva. Consiste en construir una escuela que atienda las
necesidades educativas de todo el alumnado, tengan o no “necesidades
específicas de apoyo educativo” (NEAE). Todos se encuentran aprendiendo juntos
en el mismo centro educativo y aula, sin que nadie sea “excluido” a otra aula para
que sea atendido por un especialista específico. Los especialistas, entre otros
miembros (profesorado, familias, alumnos colaboradores, asesores, voluntarios,
etc) se encuentran dentro del aula atendiendo a estos alumnos. Todos aprenden a
partir de metodologías cooperativas y constructivistas (Giné, 2001; Muntaner,
2010). Con respecto al “aprendizaje cooperativo”, todos aprenden los unos de
los otros gracias a que se aprovechan las potencialidades de cada uno. A través
de la interacción y el apoyo mutuo, todos van desarrollando nuevos
conocimientos y habilidades, y a su vez ellos aportan nuevas habilidades y
conocimientos a sus compañeros. Por lo tanto, se favorece el desarrollo de
todas las personas a la vez que se atienden las diferentes necesidades educativas
de cada persona, tengan o no NEAE (Pujolás, 2008).
El diseño que hace más hincapié en la cooperación y
participación, de manera que entre todos podamos organizar el centro educativo
de nuestros sueños, es el de “comunidad de aprendizaje”. Es un diseño
organizativo que permite darle voz a todos los miembros de la comunidad
educativa: Alumnado, familias, voluntarios, asesores, etc. No solamente la
directiva y el profesorado son los que analizan cualquier circunstancia que les
afecte u opinen, o gestionar cualquier asunto dentro de la institución. Se
tienen en cuenta todos los puntos de vista para así poder atender las
necesidades de la comunidad, e incluso participan dentro de las aulas llevando
a cabo diversas tareas, por ejemplo atender al alumnado con NEAE a la vez que
al resto sin que éstos sean “excluidos” de su aula ordinaria para lograr esta
tarea (Rodrígues de Mellos, 2011; Salimbeni, 2011). Gracias a esto, todos
consiguen aprender de todos, donde el “aprendizaje dialógico” se convierte en uno
de los principios fundamentales de esta estrategia (Aubert, Flecha, García, et
al., 2008). Cada participante aporta su punto de vista partiendo de sus
conocimientos y sus experiencias, enriqueciéndose los unos a los otros. Esto
sucede independientemente de la formación académica que presente cada uno,
puesto que es igual de importante tanto la inteligencia cultural como la
práctica. Un ejemplo lo tenemos en las “tertulias literarias dialógicas”, donde
todos se comprometen a leer un libro y analizarlo, comentando cada uno de los
capítulos leídos, y dentro de estos grupos se encuentran tanto personas con
formación académica (ej: Licenciados en Filología Hispánica) como personas que
incluso no tienen el graduado escolar (Prieto y Duque, 2009).
Las comunidades de aprendizaje se construyan en el
sentido de que todos comparten un objetivo común, y trabajan juntos y se educan
los unos a los otros para poder conseguir sus objetivos, siempre atendiendo a
sus necesidades e intereses o “sueños”, diagnosticando no sólo sus carencias
sino, sobre todo, sus fortalezas y superando entre todos sus debilidades
(Torres, 2001). ¿Cuáles pueden ser esos objetivos o “sueños” a alcanzar entre
todos? Pues de todo un poco: Mejorar la infraestructura del centro educativo,
desarrollar actuaciones dentro de la sociedad, atender al alumnado con NEAE a
nivel inclusivo, concienciar a toda la comunidad educativa de la importancia de
fomentar la coeducación, profundizar acerca de nuevas estrategias para utilizar
las TIC en las metodologías de enseñanza-aprendizaje, etc. Esta dinámica entra
dentro de las estrategias para desarrollar una educación inclusiva, teniendo
como objetivo realizar una transformación social del entorno, aspirando a
lograr una mejor inclusión social y educativa de todas las personas en la
sociedad y reconstruirla para que ésta se adapte a las necesidades de todos
(Ferrer, 2005).
No es el objetivo de este estudio centrarnos en las
comunidades de aprendizaje en sí, sino en analizar las “comunidades
virtuales de aprendizaje” (CVA), en relación con las TIC y la web 2.0,
puesto que, siguiendo a Cabero (2006), en dichas aplicaciones se debe asumir
una cultura de participación y colaboración. Como hemos mencionado, la
filosofía de la “cultura de la participación” promueve que todos puedan tener
voz y crear. En este caso, las personas analizan la información que les
transmiten los medios y crean sus propias producciones dentro de ese lenguaje.
Pero la idea es la siguiente: No existe jerarquía entre ellos, todos participan
y construyen el conocimiento o un mundo mejor (Flores, Rodríguez y García
Quintanilla, 2009). Las redes sociales son un buen ejemplo de esto. Si entramos
en el Twitter, podemos comprobar que se han roto las barreras entre
famosos (actores, deportistas, políticos, periodistas, escritores, etc) y “no
famosos”, y todos se relacionan y tienen voz dentro de estas redes. ¿Cómo esta
“cultura de la participación” puede resulta beneficiosa para difundirla en un
contexto inclusivo? ¿Podríamos aprovechar sus principios para desarrollar una
comunidad de aprendizaje? Existen varias palabras clave que tienen cabida
dentro de ambas perspectivas: “Participación” y “Aprendizaje cooperativo”, y
dentro de éstas se le da importancia al establecimiento de relaciones
profesionales e interpersonales entre los diferentes usuarios. Una CVA consiste
en desarrollar comunidades de aprendizaje a través de plataformas virtuales,
utilizando herramientas de comunicación sincrónica y asincrónica. Es decir,
aprovechar todas las herramientas que nos favorece la web 2.0 para trabajar
cooperativamente en base a un objetivo común de forma online y tomando
como referencia diversos recursos adjuntos como documentos de texto, páginas
web, vídeos u archivos de audio, entre otros (Bueno, 2006; Cabero,
2006). Dentro de una CVA, al igual que en las comunidades de aprendizaje
presenciales, un grupo de personas trabajan en torno a la consecución de un
objetivo, un sueño (Albuquerque y Costa, 2007). Puede ser organizar y gestionar
un centro educativo en base a sus necesidades e intereses gracias a las
aportaciones y trabajo cooperativo de todos, o bien pueden resolver problemas
en conjunto y reconstruir el conocimiento científico existente sobre un tema de
forma que recojan dichos problemas y necesidades, en vistas a mejorar en el
futuro.
La cuestión es que hay que aumentar la participación
de las familias, del Departamento de Orientación y del alumnado en cuestiones
relacionadas con la organización y gestión del centro educativo, en el cual se
incluye el currículum escolar. También hay que aumentar la participación de otras
personas externas al centro educativo (profesionales de otras instituciones,
como las asociaciones) dentro de estas tareas, además de una mejor intervención
directa con el alumnado. Todo esto conlleva a que todos aumenten su formación,
de manera que se sientan mejor capacitados para aplicar sus conocimientos de
manera más significativa en la vida cotidiana y laboral gracias al aprendizaje
cooperativo y a la construcción compartida de conocimiento y propuestas de
resolución de problemas a partir de las comunidades de aprendizaje establecidas
(Gairín, 2006; Meirinhos y Osòrio, 2009). Nos hacemos la siguiente pregunta:
¿Desarrollar una comunidad virtual de aprendizaje en condiciones puede ayudar a
mejorar los resultados en participación, y que ésta conlleve a favorecer el
aprendizaje cooperativo de manera que, a su vez, conlleve a que las personas
participen de manera más significativa?
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