Como es habitual, al final de cada año analizo los avances que se han obtenido en 2020 y lo que se intentará hacer en 2021, tomando como referencia la lista de propósitos que redacté hace un año. Antes que nada, quiero dedicar un espacio a aquellas familias que han sufrido este año las consecuencias de la grave pandemia del coronavirus (COVID-19) que estamos viviendo. Muchas personas han visto como seres cercanos han perdido la vida de forma inesperada o con una antelación que nadie esperaba. Muchas personas han perdido su trabajo de la noche a la mañana, de forma inesperada, o han tenido que someterse a un ETRE que ha dañado su autoestima y que les ha afectado a nivel psicológicos. Muchos adolescentes han tenido que adaptarse de forma fugaz a una metodología para la que nadie estaba preparado, debiendo ganar un nivel de autonomía demasiado elevado para ese momento porque tuvieron que estudiar desde casa. Muchos jóvenes dieron un salto hacia adelante y respondieron con creces ante este reto, pero otros se han sentido desamparados por haber visto interrumpidas las medidas de apoyo educativo, las ayudas técnicas, el apoyo de sus docentes e incluso hasta carecían de los recursos tecnológicos necesarios para poder hacer frente a las tareas. Y tampoco me olvido de la Universidad, donde se han hecho esfuerzos para intentar no reducir la calidad de la enseñanza a pesar de las adversidades.
En mi caso, aunque es cierto que no he dejado en ningún momento de trabajar, he tenido que adaptarme a las adversidades. De la noche a la mañana, tuve que transformar mi metodología a una para que pudiera ser desarrollada por videoconferencia. No todos los casos pude atenderlos a través de esta metodología, así que tuve que aplazar muchas sesiones para el verano, y en esta segunda ola se han tenido que suspender sesiones (inclusive diagnósticos) o aplazar otras por confinamientos domiciliarios debido a que alumnos míos se vieron afectados por el virus, llegando a dar positivo. Yo mismo tuve que confinarme por haber tenido contacto estrecho con ellos. También ha habido problemas administrativos y conflictos con la administración que tuvieron que interrumpir las sesiones de algunos alumnos, pero afortunadamente ha habido un final feliz para estas familias y podrán ser retomadas después de las navidades.
Los proyectos de consultoría también se han visto afectados. Algunos han salido adelante, pero otros fueron suspendidos debido a la crisis económica del coronavirus, otros aplazados porque la empresa sufrió un ETRE o porque el encargado se dio de baja por el coronavirus, otros con dificultades para llevarlos a cabo debido a las limitaciones en la movilidad por las medidas de prevención llevadas a cabo...
Ha sido un año duro, intenso, sin descanso. Ha habido momentos donde uno tiene ganas de tirar la toalla y parar, pero la cabezonería personal y los principios de ética profesional me impedían hacer eso, aunque se han tenido que corregir decisiones que podrían haber acabado en catástrofe de haber seguido adelante. Dicho esto, repasaré ahora los propósitos que me marqué para 2020 y en qué grado se han cumplido o no:
- Escribir un nuevo libro literario. Lo he intentado, tenía algunas ideas, pero tuve que trabajar durante todo el verano con sesiones y proyectos, y durante el curso llevé a cabo otros proyectos de consultoría para no interrumpir la actividad y poder cuadrar las cuentas. A cambio se escribió otro libro que mencionaré más tarde y participé en un capítulo de un libro (cuya aprobación y posterior publicación ha sido atrasado por el coronavirus).
- Ampliar mi formación psicológica, para aplicarla en mi trabajo y en mi vida personal. Si es necesario, pediré ayuda a profesionales. Para afrontar los casos de mi alumnado, he tenido que leer textos y pedir asesoramiento a colegas de profesión, y para un proyecto de una asignatura universitaria he tenido que documentarme bastante, aunque es cierto que tampoco ese contenido tenía relación directa con los casos de mi alumnado. No puedo decir entonces que este objetivo esté cumplido del todo. Si acaso diseñar las asignaturas universitarias me ha supuesto un nuevo reto, porque nunca lo había hecho hasta ahora, pero me han tenido que ayudar bastante para lograrlo y hasta me he sentido bastante avergonzando siendo yo Doctor.
- Retomar los cursos relacionados con el campo de la educación inclusiva que se quedaron "en el dique seco" y volver a intentarlo. Inclusive uno sobre creación de gabinetes psicopedagógicos. Los cursos sobre educación inclusiva sí puede decirse que se han retomado, ya que tuve la oportunidad de diseñar la materia de "Diversidad e inclusión educativa" tanto para el Grado de Educación Infantil como el Grado de Educación Primaria, para una universidad privada, así que reutilicé material y pude satisfacer esa espina que tenía del año pasado. En cuanto al curso sobre creación de gabinetes psicopedagógicos, lo diseñé utilizando eXeLearning, pero debido a problemas económicos de la empresa, se suspendieron los nuevos proyectos y decidí transformar el curso en un libro titulado "¿Qué tengo que hacer para crear un gabinete psicopedagógico?". Es una autopublicación realizada en Amazon. Es cierto que no fue sometida a una revisión a pares como sucede en las editoriales más prestigiosas, pero es un material que hice con mucho cariño y profesionalidad, partiendo de mi experiencia personal.
- Intentar introducir más y mejor el juego (no sé si denominarlo "gamificación") en mis métodos educativos. Esto sí he intentado hacerlo, y precisamente el tener que adaptar mi metodología a las videoconferencias hizo que echase mano de muchas aplicaciones TIC, y he intentado motivar con actividades lúdicas a alumnos/as que no mostraban de inicio interés por el contenido de mis sesiones. Eso sí, debo esforzarme más. Se ha conseguido a medias, pero queda mucho por hacer, tengo cosas aún que mejorar en este sentido.
En cuanto a los proyectos de consultoría, diseñé para el SEPE un curso de Monitor de Tiempo Libre (60 horas), para una consultora un curso de Estrategias para desarrollar la Resiliencia (30 horas), la citada asignatura de "Diversidad e inclusión educativa" para una universidad privada, y ahora estoy en la fase final diseñando en coautoría una asignatura para esa misma universidad, para el Grado en Educación Infantil, llamada "Habilidades docentes". En cuanto a proyectos iniciados en 2019, en marzo de 2020 finalizó la tutorización del certificado de profesionalidad de "Atención al alumnado con necesidades educativas especiales en centros educativos" de manera satisfactoria, con algunos contratiempos, justo antes de que se declarara el estado de alarma y el confinamiento por la crisis del coronavirus, aunque el alumnado tuvo que aplazar sus prácticas hasta septiembre por ese motivo. También he seguido tutorizando módulos y cursos relacionados con ese mismo certificado en otros centros de formación, entre otros cursos diseñados como el de Estrategias para desarrollar la Memoria, del año pasado.
Termina un año bastante duro. ¿Cómo enfocar el futuro 2021? Puede pasar de todo. Es cierto que con el inicio de la vacunación estamos viendo una luz al final del túnel, aunque tardaremos en recuperarnos de las consecuencias económicas de esta crisis. Yo personalmente me gustaría tomar un pequeño descanso de los proyectos de consultoría para poder centrarme más en mi alumnado, o en caso de surgir alguno, que me den suficiente tiempo para desarrollarlo y no trabajar a un ritmo intenso como me ha sucedido en estos últimos meses. Aunque he compaginado todo correctamente por haber hecho una planificación que ha dado resultado, puedo tener dificultades en el futuro para seguir con este ritmo. Deseo poder pensar bien el trabajo con mi alumnado, formarme más y ganar más confianza en mí mismo y fundamentar mejor todo lo que hago en mi trabajo, así como poder dedicar a cada alumno/a el tiempo que necesita. Dicho esto, como retos personales, me planteo evolucionar como profesional. Hay muchos momentos donde he sufrido cabreos constantes, ganas de tirar la toalla, me he frustrado ante las adversidades y me ha faltado una pizca de pasión por lo que hacía, cuando antes me tomaba las dificultades con mejor cara. Necesito dedicar más tiempo a formarme, leer más. Esto me ayudará a ser más positivo. Escuchar más a otros profesionales, saber cuáles son mis límites como profesional en lo que se refiere a mis competencias como psicopedagogo. Saber motivar mejor a mi alumnado, también necesitaré formarme más para ello y dedicar tiempo a reflexionar. Aprender a escribir mejor, porque todavía hay conceptos que me cuesta explicarlos y sobre todo utilizando menos palabras (me enrollo demasiado para explicarme, y creo que es algo fácil de comprobar viendo lo larga que está resultando esta entrada y el tamaño de mi tesis doctoral, que tiene 913 páginas). En relación con la escritura, intentaré sacar un hueco para escribir ese libro literario que intenté escribir este año.
Es un año que sobre todo va a estar marcado por la formación y el crecimiento personal y profesional. Con lo demás, intentaré seguir con la misma rutina en cuanto a proyectos y la atención a mis clientes en mi gabinete psicopedagógico. Pero sobre todo, se resume lo que pasará en 2021 de esta forma: ¡ESPABILA, RAFAEL, COÑO!
Dicho todo esto, aprovecho para desearles un feliz y próspero año 2021, que espero que sea mejor que este 2020 y que todos los problemas asociados al coronavirus y otros asuntos se resuelvan cuanto antes, y espero que todas aquellas familias afectadas de una forma u otra puedan cuanto antes resolver su situación personal.
Dr. Rafael López Azuaga
No hay comentarios:
Publicar un comentario