jueves, 2 de enero de 2014

Propuestas de formación de agentes educativos para comunicarnos con personas culturalmente diversas

Resumen
El aumento de la población inmigrante en nuestro país es más que evidente durante los últimos once años. Es por ello que las personas tenemos que desarrollar competencias comunicativas interculturales para promover relaciones interculturales positivas y favorecer así una sociedad más inclusiva y atender las necesidades educativas y culturales de todos. Para ello, se han desarrollado una serie de propuestas formativas para alcanzar tal fin.
 Palabras clave
Inmigración, Educación Intercultural, Competencias Comunicativas Interculturales, Formación del profesorado.
1-Introducción y Planteamiento de la situación
 Resulta inadmisible negar la diversidad cultural que predomina en nuestros centros educativos. En menos de diez años, el % de población inmigrante ha aumentado de manera considerable, sobre todo en algunas comunidades autónomas como Andalucía y Cataluña (Álvarez y González, 2008). En cada una de las culturas existen una serie de creencias, costumbres y formas de actuar ante cualquier ámbito de la vida cotidiana: Trabajo, higiene, cocina, aficiones, gustos, etc. Algunas veces, debido a que desconocemos cada uno de estos hábitos, puede llevar a que surjan una serie de conflictos interculturales que llevan a malentendidos y a aumentar las relaciones negativas entre personas de diferentes culturas.
Un ejemplo lo tenemos en el estilo comunicativo. En Alemania el estilo comunicativo suele ser más directo que en España. Esto quiere decir que a menudo las cosas se suelen expresar tal y como son, también cuando implica un mensaje negativo. No queremos en ningún momento estereotipar, pero muchos alemanes, para decir que no les gusta un proyecto específico en un trabajo, utilizan directamente la palabra “no”, mientras que en culturas de comunicación más indirecta un rechazo se suele expresar de una forma más sutil, como un “quizás” o “ya veremos”. Un español, menos acostumbrado a un estilo de comunicación directo, se puede ofender ante un “no” directo, y un alemán, acostumbrado a que las cosas se digan tal y como son, puede llevarse una sorpresa cuando la expresión que le dijeron de “bueno, ya lo hablaremos” significaba un no. Podríamos mencionar muchos ejemplos similares, pero la cuestión es que, debido a los hábitos, costumbres e incluso significados de diversas expresiones, podemos llegar a malentendidos o incluso que la comunicación entre personas de diferentes culturas no sea exitosa.
2-¿Cuáles son las “competencias comunicativas interculturales” y por qué son importantes?

Hablamos de “comunicación intercultural” cuando en una relación de comunicación en cualquier ámbito (trabajo, escuela, ocio, convivencia, etc) intervienen personas con referentes culturales lo suficientemente diferentes como para que ello pueda causar algunas barreras importantes que alteren la eficacia comunicativa y por tanto afecte a las relaciones interpersonales entre los interlocutores. Entre los obstáculos que pueden surgir, se encuentran la influencia de estereotipos y prejuicios en las personas que nos hacen crearnos unas “imágenes mentales” sobre unas personas que pertenecen a grupos culturales específicos, generalizando ciertas características a todos los pertenecientes a dichos grupos, y que pueden influir en la comunicación en el sentido de que podremos reaccionar negativamente ante estas personas o “cegarnos” ante otras características de estas personas (desconfianza, no le hacemos caso, rechazamos sus propuestas porque pensamos que tienen malas intenciones, rechazamos relacionarnos con ellos por miedo a que puedan robarnos o fastidiarnos, etc). También destacamos algunas actitudes etnocentristas de algunas personas, que piensan que su cultura es el “centro del universo”, la única válida y verdadera y, por ello, comparan el resto de culturas con respecto a la suya y siempre mirando a las demás por encima de ellas. Esto puede llevar a que, por ejemplo, rechacemos cualquier hábito, costumbre o conducta de una persona y a su vez a dicha persona, por lo que no podremos nunca enriquecernos a través de la comunicación con estas personas (por ejemplo: Idiomas, forma de trabajar, platos específicos que no son comunes en nuestro país, juegos más peculiares, fiestas específicas, etc). Este tipo de conductas pueden llevar a que discriminemos a las personas y rechacemos comunicarnos con ellas. También influyen obstáculos contextuales, como que exista una gran distancia cultural entre nosotros y tengamos dificultades para respetarlas debido al “choque cultural” que se producen entre las personas, de ahí a que terminen rechazándolas. Se produce una situación de incertidumbre que lleva a la ansiedad y al rechazo de las relaciones interculturales por miedo a que puedan salir perjudicados o sentirse incómodos ante esta situación (Aneas, 2005; Terrén, 2001; Vilà, 2003).
 Para favorecer unas relaciones interpersonales interculturales entre las personas, es importante que las personas desarrollemos “competencias comunicativas interculturales”. Representan el conjunto de habilidades cognitivas y afectivas para manifestar comportamientos apropiados y efectivos en un contexto social y cultural determinado que favorezcan un grado de comunicación suficientemente eficaz. Entre ellas, se encuentra la “apertura mental” de las personas hacia otras culturas y cualquier actividad o circunstancia a las que no han estado acostumbrados. Entre estas competencias, es fundamental que las personas sean abiertas a conocer y concienciarse de los elementos comunicativos y culturales de las propias culturas y de otras (como el caso del ejemplo mencionado al principio de esta reflexión sobre los estilos comunicativos directo e indirecto) y ser capaz de interpretar adecuadamente cada elemento dentro de su contexto cultural, ser capaz de emitir respuestas emocionales positivas durante el contacto con las personas de diferentes culturas y controlar las negativas (es lo que conocemos como “inteligencia emocional”) y saber adaptarse al contexto cultural en el que solemos trabajar (por ejemplo, en la cultura laboral japonesa, no está muy bien visto interrumpir a las personas que hablan y a rechazar la realización de un trabajo aunque no deseen hacerlo, y a veces les presionamos a ciertas personas a realizar tareas que no desean y posteriormente se inventan una “excusa” para evadirse, como la de ponerse enfermos y así tener un motivo para no ensuciar su persona). Todos deben reconocer el derecho a la diferencia y al reconocimiento de las identidades culturales de cada uno, de forma que pueden relacionarse en contextos culturalmente diversos sin tener que rechazar su identidad cultural, aunque siempre flexibilizándola de forma que su comportamiento pueda aceptar éstas e incluso enriquecerse y evolucionar su propia identidad cultural (Iglesias, 2003; Vilà, 2003).
 
Entre otras habilidades fundamentales, se encuentra la de saber resolver conflictos interculturales de forma adecuada. Para ello, debemos analizar el contexto de la situación, permitiendo que todos los participantes expresen su punto de vista y analizar las características culturales que han podido influir en la conducta de cada uno de ellos. Posteriormente, se debe negociar una solución que pueda satisfacer a todos, de manera que la clave se encuentre en mejorar la comunicación entre ambas personas, de forma que cada uno entienda la conducta de cada sujeto a raíz de sus creencias culturales y ambos planifiquen una solución en la que actúen de forma que nadie se sienta ofendido. Si las personas han desarrollado sus competencias comunicativas interculturales de forma adecuada, podrán resolver estos conflictos y aprovecharlas como “oportunidades para el aprendizaje” para seguir progresando y mejorando positivamente sus relaciones (Vilà, 2003).
También consideramos fundamental, además de la ya denominada conciencia cultural, desarrollar habilidades interculturales que permitan desarrollar habilidades comunicativas verbales y no verbales que favorezcan una interacción efectiva entre las personas de diferentes culturas. Para ello, no debemos emplear expresiones coloquiales o locales cuyo significado no sea identificado por otras personas y pueden llevar a malentendidos, debemos repetir aquellas ideas más importantes de nuestro discurso, mencionar diferentes expresiones (sinónimos) para una misma idea, preguntarle a la otra persona aquello que no entendamos (por ejemplo: ¿Qué significa la expresión de “pelotudo”, muy utilizada en Argentina?), emplear gestos visuales universales que ayuden a clarificar el significado de nuestro mensaje (no debemos olvidar que hay gestos que tienen otro significado en otras culturas), etc (Iglesias, 2003). Finalmente, también destacamos desarrollar una aceptable sensibilidad intercultural de forma que las personas seamos capaces de integrar en nuestra forma de pensar la existencia de diferencias culturales entre nosotros y saber reaccionar emocionalmente de forma adecuada ante situaciones particulares y nuevas que podemos encontrarnos (por ejemplo, se incorpora a una clase una alumna alemana que no domina aún el castellano, y desea comunicarse con nosotros) (Vilà, 2006).
 
3-Propuestas formativas para los agentes educativos: Profesorado, Alumnado y Familias
Una vez que hemos analizado los aspectos fundamentales a tener en cuenta dentro de la comunicación intercultural, es el momento de plantear una serie de propuestas de formación para los agentes educativos. Cuando hablamos de “agentes educativos” no solamente nos referimos al profesorado de los centros educativos, sino también a todos aquellos especialistas que intervengan en contextos culturalmente diversos (educadores sociales, psicólogos, pedagogos, monitores, trabajadores sociales, psicopedagogos, etc), al propio alumnado (no olvidemos que a través del aprendizaje cooperativo cada uno puede enriquecerse con nuevos conocimientos y habilidades) y a las familias. He revisado algunos artículos y textos que analizan la comunicación intercultural, e identifico como significativas las siguientes propuestas:
1.      Visualización de películas en el que se recojan conflictos interculturales y situaciones comunicativas en el cual trabajen y convivan personas de diferentes culturales. Crear un “cine-fórum” en el cual se reflexione sobre la actitud de cada uno de los personajes y qué podríamos mejorar para favorecer una mejor comunicación intercultural.
 
2.      Análisis de diversos casos prácticos en los cuales analicemos el origen del conflicto intercultural y planteemos una solución que permita favorecer a todos los participantes del conflicto, partiendo de la diversidad cultural de dichos participantes y siempre de forma que se parta del estado inicial de las habilidades interculturales, la conciencia cultural y la sensibilidad intercultural de los participantes, con el objetivo de evolucionarlas. Este tipo de actividades también podrían llevarse a cabo a través de juegos de roles en los cuales el alumnado (incluyendo aquí, por ejemplo, a profesionales del ámbito educativo o estudiantes de Magisterio, entre otros) represente la resolución de este caso como si se llevase a cabo en la realidad y el resto de alumnos lo analizasen y reflexionasen sobre su resolución.
3.      Es fundamental desarrollar las competencias comunicativas interculturales en todos los agentes educativas. Antes de comenzar, es importante realizar un diagnóstico del estado inicial de nuestros agentes en dichas competencias. Existen algunos instrumentos de investigación que pueden sernos muy útiles para conseguir este fin: Cuestionario sobre comunicación intercultural, Escala de sensibilidad intercultural y el Test de competencia comunicativa intercultural (Vilà, 2003). Otras técnicas se encontrarían en los propios casos prácticos que resuelvan, observación etnográfica de situaciones comunicativas interculturales, entrevistas etnográficas a alumnos de diferentes culturas acerca de sus relaciones con los demás, etc. Una vez realizado el diagnóstico, tenemos que plantear una intervención basada en el desarrollo de dichas competencias, a través de dinámicas de grupo, resolución de dilemas morales, juegos de roles, simulaciones, observación de experiencias, representación de obras de teatro, etc.
 
4.      Entre las dinámicas, deben plantearse algunas relacionadas con la reducción y eliminación de estereotipos y prejuicios negativos. Podríamos plantear dinámicas en las cuales se les diese una mayor información sobre las diferencias culturales de forma que se contradigan dichos estereotipos, de manera que aprendamos a valorar a las personas por sus características internas y no por creencias que se han generalizado. Un ejemplo de actividad sería, por ejemplo, mostrarles una fotografía de una persona de raza negra y que describiesen cómo llegó a nuestro país, a qué se dedica, qué formación tiene, etc. Posteriormente, le daríamos la caracterización real de ese sujeto (por ejemplo, puede que dijesen que vino en patera y que trabajar recogiendo fresas, y en realidad vino en avión y es médico). Entre otras actividades, podríamos llevar a cabo la enseñanza de estrategias para la inducción de constructos: Percepción y creación de discrepancias, toma de perspectiva, el “autofoco”, etc (Álvarez Castillo y González Moste, 2007). Aquí podríamos incluir el análisis de noticias relacionadas con la inmigración y los grupos minoritarios, acerca de la objetividad de estos medios de comunicación al transmitir la información, analizando si solamente muestran “imágenes sueltas” sin analizar el origen y causas, mostrándonos solamente aquellas imágenes negativas (a veces por intereses políticos y empresariales) y que influyen en la creación de dichos estereotipos y prejuicios (Prats y Elisabet, 2007). En el aula podríamos analizar las causas que influyen en los procesos migratorios de las personas a otros países, la influencia del fenómeno de la globalización y del inadecuado reparto de recursos en nuestro planeta, analizar la realidad socioeconómica y geográfica de los países de donde proceden los inmigrantes, etc.
5.      Para eliminar las conductas etnocentristas, deberíamos favorecer la conciencia y el conocimiento de las diferentes culturas y formas de realizar las cosas en cada ámbito. Se trata de entender que existen diferentes “formas de vida”, y que la nuestra no es solamente la única, al igual que existen muchas religiones. Para ello, podemos organizar charlas, jornadas interculturales, proyectos de investigación, visionado de películas, lectura de historietas, debates, obras de teatro, etc. Dentro de este tipo de dinámicas, podríamos trabajar otras actividades que ayudasen a fomentar la solidaridad, la empatía cultural, la empatía por estilo de trabajo.
 
6.      Llevar a cabo un programa de entrenamiento en habilidades sociales: Iniciar una conversación, mantener y finalizar conversaciones, pedir un favor, saber decir que no, asertividad, resolución de conflictos, trabajo cooperativo, hablar en público, etc (Michelson, 1987). Dentro de estas habilidades, deberíamos trabajar actividades que ayudasen a desarrollar la paciencia y la flexibilidad en las personas a la hora de establecer una comunicación o trabajar en equipo con las personas. También aquí podríamos introducir el entrenamiento en habilidades interculturales: Comprensión de la propia cultura y de las otras, tolerancia a la ambigüedad, flexibilidad cognitiva y comportamental, habilidad para no enjuiciar, deseo de revelar información sobre uno mismo, habilidades para afrontar conflictos interculturales, habilidades para la formación de relaciones y disfrute de éstas, etc (Maya, 2002).
7.      Hemos mencionado los “conflictos interculturales”. Podríamos crear talleres en los cuales nuestros agentes educativos aprendiesen a resolver conflictos interculturales de forma aceptable, entre los cuales podrían encontrarse algunos de los siguientes: Dificultades escolares, desconocimiento del idioma o de expresiones, discrepancias entre costumbres y estilos comunicativos (estilos directo e indirecto, costumbres culinarias, costumbres de decoración de los hogares, hospitalidad, convivencia, higiene, etc), discrepancias entre hábitos de trabajo, conflictos basados en creencias religiosas, etc. Dentro de esta intervención, se encontraría la canalización de las emociones a la hora de llevar a cabo la resolución del conflicto (superar los miedos, humanizarse, reconocer el “dolor” del otro y empatizar con él), buscar necesidades comunes, buscar soluciones creativas de forma que puedan satisfacerse las necesidades e intereses de todos, etc (Barbero, Vidal, Barbeito et al, 2006). Un ejemplo de conflicto que podría llevar a la reflexión sería el siguiente: “Un profesor de Ciencias Sociales cuenta una anécdota acerca de la conservación del jamón serrano, y en el aula se encuentra un niño marroquí que se ofende con ese comentario y le pide que lo retire, pero el profesor se niega a hacerlo al ser el jamón serrano algo característico de España. ¿Qué debería hacerse?”.
8.      Talleres sobre comunicación intercultural en los cuales se trabaje la comunicación verbal y no verbal enfocada a desarrollar relaciones comunicativas interculturales adecuadas. A modo de sugerencia, podríamos analizar la influencia de fenómenos como el de la globalización que provocan que haya lenguas que se encuentren en periodo de extinción (ej: el “quechua”). Aunque es cierto que se está intentando llevando a cabo políticas de conservación del patrimonio lingüístico, podríamos con los alumnos trabajar algunas de estas lenguas (murales, creaciones artísticas, crear un blog sobre estas lenguas), de manera que difundamos la concienciación de conservar estas lenguas (Guyot, 2010).
9.      Llevar a cabo dinámicas enfocadas al aumento del autoestima y autoconcepto, esenciales para desarrollar adecuadamente una comunicación intercultural. También debemos intentar que todos se encuentren lo suficientemente motivados como para iniciar relaciones interculturales y que se muestren implicados en ellas, teniendo interés en conocer otras culturas y predispuesto a aprender de aquellas personas con las que interactúe.
10.  Crear redes sociales que permitan favorecer la comunicación intercultural entre personas de diferentes culturas. Por un lado, potenciar la asistencia asociaciones y organizaciones no gubernamentales que se dediquen a atender a las personas inmigrantes o de minorías culturales, en donde, entre otros contenidos, se trabajen sus propias competencias comunicativas interculturales para que se comuniquen con los autóctonos, además de invitar a todos los autóctonos (y aquí se incluyen los agentes educativos) a asistir a las sesiones y dinámicas organizadas por las asociaciones de forma que tanto autóctonos como inmigrantes puedan desarrollar juntos sus competencias a la vez que llevan a la práctica lo aprendido. Estas mismas asociaciones podrían crear redes sociales telemáticas (Tuenti, Facebook) en donde se favorezca la comunicación entre estas personas (Aguaded, Rodríguez Cárdenas y Dueñas, 2008).
Todas estas técnicas deben aplicarse con cada uno de los agentes educativos mencionados. Podríamos profundizar más sobre cada uno de estos criterios, pero al menos se ha diseñado una guía que sirve de orientación para todos aquellos profesionales que deseen desarrollar competencias comunicativas interculturales.
 
Referencias bibliográficas:
Aguaded Ramírez, E.M.; Rodríguez Cárdenas, A.J.; Dueñas Comino, B. (2008). La importancia de las redes sociales en el desarrollo de competencias de ciudadanía intercultural de las familias de origen inmigrantes y autóctonos. Portularia, vol. 8, n. 1, pp. 153-167. Consultado el 17-04-2011. Disponible en: http://rabida.uhu.es/dspace/bitstream/handle/10272/2181/b15503562.pdf?sequence=1
Álvarez Castillo, J.L.; González Moste, M. (2007). Marco y estrategias cognitivo-sociales de control de estereotipos y prejuicios para la formación de educadores interculturales. En Álvarez Castillo, J.L.; Batanaz Palomares, L. (Eds.). Educación intercultural e inmigración. De la teoría a la práctica. Biblioteca Nueva: Madrid, pp. 155-174. Consultado el 24-03-2011.
 
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