martes, 1 de diciembre de 2015

Introducción a las comunidades virtuales de aprendizaje y la cultura de la participación. Relación con las comunidades de aprendizaje

Durante las últimas décadas, las personas han sido educadas dentro de una sociedad denominada “industrial”. Tras la revolución industrial, decidieron plantear la enseñanza de manera que todo el alumnado debía aprender los mismos conocimientos y habilidades para poder desenvolverse en dicha sociedad industrial. El alumnado acumulaba conocimientos para que éstos les sirvieran durante el desarrollo de su trabajo. A partir de los años 70, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) fueron evolucionando progresivamente, aumentando su auge a mediados de la década de los 90. Medios como la televisión, la prensa y la radio permiten que cualquier noticia que ocurra en un contexto determinado pueda ser captada por cualquier persona de cualquier parte del mundo. Internet y la revolución de las World Wide Web permitió difundir aún más esta información. Actualmente nos encontramos en una “sociedad de la información”, y resulta fundamental que todas las personas desarrollamos habilidades para desenvolvernos en la vida cotidiana con estas TIC (Flecha, Padrós y Puigdellívol, 2003).

En los últimos años, ha surgido el fenómeno de las “web 2.0”. Quiere decir que las personas que utilizan Internet no son solamente meros consumidores de la información que reciben, sino que además les permite poder interactuar con otros usuarios, crear sus propias producciones a través de estos medios y poder opinar y valorar todas las producciones que encuentren a su alrededor, además de poder difundir las propias. Se ha potenciado la difusión de herramientas libres y gratuitas en Internet. Las diferentes aplicaciones, denominadas en su conjunto como “software social”, que permiten que podamos interactuar con otras personas, ampliando las posibilidades de comunicación y conexión entre personas (se superan las barreras de distancia y tiempo), permiten facilitar la colaboración e interacción orientada a un objetivo común (Mora, 2011; Prendes y Solano, 2008). Entre estas herramientas propias de la web 2.0, tenemos los blogs, los cuales permiten que los internautas redacten entradas con sus propias creaciones, reflexiones, noticias de interés, y que otros usuarios puedan consultarlas y comentarlas. Las wikis, por su parte, permiten que las personas puedan elaborar en conjunto sus propias producciones sobre un tema en concreto, fomentándose el trabajo cooperativo y que todos puedan aportar sus conocimientos. Un gran ejemplo de wiki la encontramos en la enciclopedia virtual “Wikipedia” (Merelo y Tricas, 2005). Por su parte, los foros de discusión permiten que un grupo de personas debatan y construyan un conocimiento sobre un tema, o analicen un problema para intentar resolverlo. Los participantes desarrollan el aprendizaje y el pensamiento crítico gracias al trabajo en conjunto entre todos (Tagua de Pepa, 2006). En conjunto, junto con otras aplicaciones (subida de fotos, anuncio de eventos, etc) podemos construir una “red social”, donde predomine la pluralidad de puntos de vista y de personas con diferentes características y potencialidades, además de crear nuevas relaciones interpersonales y profesionales y enriquecernos los unos a los otros (Albuquerque y Costa, 2007; Prendes y Solano, 2008).

En general, la web 2.0 promueve la defensa de una filosofía que denominaremos “cultura de la participación”. Nuestro estudio se enmarca dentro de un ámbito de investigación que es el de la educación inclusiva. Consiste en construir una escuela que atienda las necesidades educativas de todo el alumnado, tengan o no “necesidades específicas de apoyo educativo” (NEAE). Todos se encuentran aprendiendo juntos en el mismo centro educativo y aula, sin que nadie sea “excluido” a otra aula para que sea atendido por un especialista específico. Los especialistas, entre otros miembros (profesorado, familias, alumnos colaboradores, asesores, voluntarios, etc) se encuentran dentro del aula atendiendo a estos alumnos. Todos aprenden a partir de metodologías cooperativas y constructivistas (Giné, 2001; Muntaner, 2010). Con respecto al “aprendizaje cooperativo”, todos aprenden los unos de los otros gracias a que se aprovechan las potencialidades de cada uno. A través de la interacción y el apoyo mutuo, todos van desarrollando nuevos conocimientos y habilidades, y a su vez ellos aportan nuevas habilidades y conocimientos a sus compañeros. Por lo tanto, se favorece el desarrollo de todas las personas a la vez que se atienden las diferentes necesidades educativas de cada persona, tengan o no NEAE (Pujolás, 2008).

El diseño que hace más hincapié en la cooperación y participación, de manera que entre todos podamos organizar el centro educativo de nuestros sueños, es el de “comunidad de aprendizaje”. Es un diseño organizativo que permite darle voz a todos los miembros de la comunidad educativa: Alumnado, familias, voluntarios, asesores, etc. No solamente la directiva y el profesorado son los que analizan cualquier circunstancia que les afecte u opinen, o gestionar cualquier asunto dentro de la institución. Se tienen en cuenta todos los puntos de vista para así poder atender las necesidades de la comunidad, e incluso participan dentro de las aulas llevando a cabo diversas tareas, por ejemplo atender al alumnado con NEAE a la vez que al resto sin que éstos sean “excluidos” de su aula ordinaria para lograr esta tarea (Rodrígues de Mellos, 2011; Salimbeni, 2011). Gracias a esto, todos consiguen aprender de todos, donde el “aprendizaje dialógico” se convierte en uno de los principios fundamentales de esta estrategia (Aubert, Flecha, García, et al., 2008). Cada participante aporta su punto de vista partiendo de sus conocimientos y sus experiencias, enriqueciéndose los unos a los otros. Esto sucede independientemente de la formación académica que presente cada uno, puesto que es igual de importante tanto la inteligencia cultural como la práctica. Un ejemplo lo tenemos en las “tertulias literarias dialógicas”, donde todos se comprometen a leer un libro y analizarlo, comentando cada uno de los capítulos leídos, y dentro de estos grupos se encuentran tanto personas con formación académica (ej: Licenciados en Filología Hispánica) como personas que incluso no tienen el graduado escolar (Prieto y Duque, 2009).

Las comunidades de aprendizaje se construyan en el sentido de que todos comparten un objetivo común, y trabajan juntos y se educan los unos a los otros para poder conseguir sus objetivos, siempre atendiendo a sus necesidades e intereses o “sueños”, diagnosticando no sólo sus carencias sino, sobre todo, sus fortalezas y superando entre todos sus debilidades (Torres, 2001). ¿Cuáles pueden ser esos objetivos o “sueños” a alcanzar entre todos? Pues de todo un poco: Mejorar la infraestructura del centro educativo, desarrollar actuaciones dentro de la sociedad, atender al alumnado con NEAE a nivel inclusivo, concienciar a toda la comunidad educativa de la importancia de fomentar la coeducación, profundizar acerca de nuevas estrategias para utilizar las TIC en las metodologías de enseñanza-aprendizaje, etc. Esta dinámica entra dentro de las estrategias para desarrollar una educación inclusiva, teniendo como objetivo realizar una transformación social del entorno, aspirando a lograr una mejor inclusión social y educativa de todas las personas en la sociedad y reconstruirla para que ésta se adapte a las necesidades de todos (Ferrer, 2005).


No es el objetivo de este estudio centrarnos en las comunidades de aprendizaje en sí, sino en analizar las “comunidades virtuales de aprendizaje” (CVA), en relación con las TIC y la web 2.0, puesto que, siguiendo a Cabero (2006), en dichas aplicaciones se debe asumir una cultura de participación y colaboración. Como hemos mencionado, la filosofía de la “cultura de la participación” promueve que todos puedan tener voz y crear. En este caso, las personas analizan la información que les transmiten los medios y crean sus propias producciones dentro de ese lenguaje. Pero la idea es la siguiente: No existe jerarquía entre ellos, todos participan y construyen el conocimiento o un mundo mejor (Flores, Rodríguez y García Quintanilla, 2009). Las redes sociales son un buen ejemplo de esto. Si entramos en el Twitter, podemos comprobar que se han roto las barreras entre famosos (actores, deportistas, políticos, periodistas, escritores, etc) y “no famosos”, y todos se relacionan y tienen voz dentro de estas redes. ¿Cómo esta “cultura de la participación” puede resulta beneficiosa para difundirla en un contexto inclusivo? ¿Podríamos aprovechar sus principios para desarrollar una comunidad de aprendizaje? Existen varias palabras clave que tienen cabida dentro de ambas perspectivas: “Participación” y “Aprendizaje cooperativo”, y dentro de éstas se le da importancia al establecimiento de relaciones profesionales e interpersonales entre los diferentes usuarios. Una CVA consiste en desarrollar comunidades de aprendizaje a través de plataformas virtuales, utilizando herramientas de comunicación sincrónica y asincrónica. Es decir, aprovechar todas las herramientas que nos favorece la web 2.0 para trabajar cooperativamente en base a un objetivo común de forma online y tomando como referencia diversos recursos adjuntos como documentos de texto, páginas web, vídeos u archivos de audio, entre otros (Bueno, 2006; Cabero, 2006). Dentro de una CVA, al igual que en las comunidades de aprendizaje presenciales, un grupo de personas trabajan en torno a la consecución de un objetivo, un sueño (Albuquerque y Costa, 2007). Puede ser organizar y gestionar un centro educativo en base a sus necesidades e intereses gracias a las aportaciones y trabajo cooperativo de todos, o bien pueden resolver problemas en conjunto y reconstruir el conocimiento científico existente sobre un tema de forma que recojan dichos problemas y necesidades, en vistas a mejorar en el futuro.

La cuestión es que hay que aumentar la participación de las familias, del Departamento de Orientación y del alumnado en cuestiones relacionadas con la organización y gestión del centro educativo, en el cual se incluye el currículum escolar. También hay que aumentar la participación de otras personas externas al centro educativo (profesionales de otras instituciones, como las asociaciones) dentro de estas tareas, además de una mejor intervención directa con el alumnado. Todo esto conlleva a que todos aumenten su formación, de manera que se sientan mejor capacitados para aplicar sus conocimientos de manera más significativa en la vida cotidiana y laboral gracias al aprendizaje cooperativo y a la construcción compartida de conocimiento y propuestas de resolución de problemas a partir de las comunidades de aprendizaje establecidas (Gairín, 2006; Meirinhos y Osòrio, 2009). Nos hacemos la siguiente pregunta: ¿Desarrollar una comunidad virtual de aprendizaje en condiciones puede ayudar a mejorar los resultados en participación, y que ésta conlleve a favorecer el aprendizaje cooperativo de manera que, a su vez, conlleve a que las personas participen de manera más significativa?

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