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domingo, 1 de noviembre de 2015

Análisis crítico sobre la ponencia: "La calidad y la mejora educativa desde una perspectiva inclusiva", de Pilar Arnáiz.

El día 19 de octubre de 2015, en las Jornadas de Información del Programa de Doctorado en Educación de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), la Dra. Pilar Arnáiz, de la Universidad de Murcia, asistió para impartir una ponencia sobre la calidad y la mejora educativa desde una perspectiva inclusiva. Las principales ideas que nos aportó fueron las siguientes (aunque he añadido algunas anotaciones para completar la información):


  • Las investigaciones realizadas durante los años 60 y 70 del siglo pasado confirmaron que los resultados que estaban aportando las reformas curriculares no eran tan positivos como se esperaban, por lo que se decidió hacer un cambio. Fue el origen del sistema de “integración educativa”.
  • Hay situaciones de exclusión social y educativa que conlleva que ciertos alumnos y alumnas puedan acabar condenados al fracaso escolar dentro de nuestro sistema educativo: Situaciones de pobreza, explotación, dificultades académicas, o incluso la situación económica del país tampoco favorece en ayudarles demasiado. Todo esto tiene una repercusión significativa en los resultados de las políticas de nuestro sistema educativo.
  • A nivel europeo, la medida de fracaso escolar es de un 14%, y en España, Portugal y Malta es de un 31'2%. Resulta un poco ambiguo este concepto de “fracaso escolar”, porque si están fracasando los alumnos y alumnas, también puede estar fracasando el propio sistema.
  • Estudios anglosajones realizados en los años 90 del siglo pasado confirmaban que el sistema de “integración educativa” no estaba consiguiendo los resultados esperados, por lo que se decidió apostar por un cambio. Fue el origen del concepto de “inclusión”, aprobado por la UNESCO en la Declaración de Salamanca, en 1994.
  • Debemos luchar contra las estructuras políticas, económicas, sociales, religiosas, culturales, educativas...presentes en la sociedad y en los sistemas educativos, y que producen exclusión. La finalidad es lograr atender todas las necesidades del alumnado y así mejorar su situación educativa.
  • Para promover procesos educativos a nivel inclusivo y atender la diversidad de necesidades educativas del alumnado, debemos transformar los centros educativos, pensando en la “mejora de la eficacia escolar”. Consiste en promover procesos de cambio profundos (organizativos, curriculares y metodológicos), en el seno de las instituciones educativas. Una educación para todos y todas.
  • El cambio debe centrarse en la escuela, propuestos por la comunidad educativa del centro educativo a partir de sus ideas, donde todos y todas estén implicados en su puesta en marcha. Plantear propuestas y soluciones enfocados a la mejora y atención de las necesidades de todos y todas y no medidas que sean pensadas para casos particulares. Resulta interesante el ejemplo del colegio cuya entrada ha sido bloqueada por una avalancha de nieve, y el quitanieves está quitando con su pala toda la nieve. Un niño que está en silla de ruedas le pregunta por qué no quita la nieve de la rampa, y éste le dice que debe esperar a que termine con las escaleras, ya que el resto de sus compañeros/as lo están esperando. El niño le sugiere que, si empieza por la rampa, por ella podrán subir todos y todas, mientras que por las escaleras él no podría subir.
  • Antes de iniciar una transformación en el centro educativo, debemos revisar cuál es la cultura escolar que predomina en nuestro centro educativo. Sus creencias y métodos de trabajo habituales pueden mostrarnos si el centro educativo está abierto o no al cambio, si es que dichos cambios pueden suponer una “revolución”. Se debe conseguir el compromiso de todos y todas para aspirar al cambio y saber hacia dónde vamos, promoviendo la formación permanente del profesorado y de todos los miembros de la comunidad educativa que se impliquen, y asumiendo los nuevos roles que debemos ejercer dentro de esa transformación que hemos realizado de los métodos de trabajo en nuestro centro educativo.
  • El liderazgo de la dirección es fundamental. Si no hay una dirección colegiada, participativa y pedagógica, es muy difícil llevar a cabo una transformación del centro educativo. Si el director o directora del centro educativo no se apoya en nadie, no delega responsabilidades, no fomenta la participación del profesorado, no fomenta la participación del profesorado, no fomenta la implicación de toda la comunidad educativa (incluyendo al alumnado, al cual a veces no se le da voz, posiblemente porque se le subestima y pensamos siempre en planificar proyectos para ellos, pero sin ellos), no comunica con claridad el proyecto de centro ni apoya ni lidera los procesos de mejora, o ni siquiera difunde las actuaciones que se tienen pensadas llevar a cabo...Difícilmente podremos obtener resultados, y el equipo directivo estará aislado.
  • Es importante contar con apoyo externo que permita asesorarnos, formarnos y ayudarnos en el desarrollo de nuestros proyectos educativos. Se sugiere formar parte de una red de apoyo intracentros o intercentros, donde se desarrollen políticas educativas comunes. Si queremos llevar a cabo una innovación en el centro educativo, podemos revisar prácticas educativas que se estén llevando a cabo en otros centros que formen parte de la red, e inspirarnos, solicitarles consejos, compartir ideas y propuestas, etc.
  • Necesitamos una buena cobertura político-económica para poder llevar a la práctica todos los proyectos, sobre todo la segunda parte. Cuando se aprobó la Ley Orgánica General 1/1990, de 3 de octubre, del Sistema Educativo (LOGSE), supuso una revolución en las prácticas educativas y en todas las políticas educativas a nivel general, pero sus resultados no fueron positivos porque faltó cobertura económica, y por ello hubo una considerable disociación entre teoría y práctica.
  • El profesorado debe formarse y capacitarse para responder ante aulas cada vez más diversas. Debemos intentar sacarle partido a todos los recursos posibles para poder satisfacer las necesidades e intereses del alumnado, y desarrollar las competencias clave (anteriormente conocidas como “competencias básicas”). Entre ellos, destacamos las posibilidades de las tecnologías de la comunicación y la información (TIC), las cuales pueden promover diferentes actividades a las que estábamos acostumbrados a hacer en las aulas. El profesorado debe conocerlas y aprender a usarlas, tanto a nivel de usuario como didáctico, ya que su alumnado puede decirse que es “nativo digital” en ese sentido.
  • Una “buena práctica” es aquella que promueve acciones que impliquen maneras de superar los obstáculos a la participación y al aprendizaje presentes en los sistemas escolar y que se convierten en importantes obstáculos para muchos estudiantes.
  • El sistema educativo español, en materia de “Atención a la Diversidad”, ha promovido medidas segregacionistas entre las “medidas educativas extraordinarias”, ya que obligan a sacar al alumnado con necesidades educativas fuera de las aulas, homogeneizando los grupos, quedándose solamente en el aula aquellos que pueden seguir la metodología planteada por el profesorado.
  • Para poder abordar los cambios que son necesarios, éstos deben ser planificados. Debemos, en primer lugar, realizar una evaluación inicial donde diagnostiquemos las necesidades de la comunidad educativa y del contexto educativo (incluyendo el centro educativo), planteemos una serie de objetivos a corto, medio y a largo plazo, unas propuestas concretas con una serie de recursos necesarios (humanos, materiales y espaciales), y un sistema de evaluación que permita recoger información sobre los progresos de los proyectos planificados. Deben ser cambios educativos que permitan mejorar los resultados de los estudiantes y fortalecer la capacidad de la escuela para gestionar el cambio. El grupo de investigación de la ponente diseñó un instrumento, el ACADI, con el objetivo de ayudar al profesorado a realizar una auto-evaluación de sus prácticas docentes con vistas a saber qué deben mejorar para desarrollar buenas prácticas inclusivas.
  • Una escuela inclusiva es aquella que se sumerge en continuos procedimientos de reflexión, para analizar sus prácticas e identificar y minimizar las barreras existentes en la institución respecto al aprendizaje y a la participación del alumnado, con el propósito de mejorar y desarrollar una educación de calidad para todos y todas.
  • La educación inclusiva nos invita a asumir la tarea investigadora desde una cultura ética responsable, sostenible y comprometida con el desarrollo de aquella investigación que soporta conocimientos, contribuyendo a la justicia y a la equidad. Nos invita a reflexionar las siguientes preguntas: ¿Qué voy a aportar? ¿para qué hago la Tesis Doctoral? ¿por qué estamos investigando?
A raíz de estas ideas claves, expongo algunas conclusiones personales. De entrada, debo admitir que me he sentido muy afortunado por el hecho de que la ponencia inaugural del Programa de Doctorado en Educación de la UNED haya sido este año dedicada a la educación inclusiva, puesto que es mi temática de investigación, más siendo una ponente que ha tenido una larga trayectoria en materia de investigación sobre educación inclusiva, y que además anteriormente fue maestra y directora de escuela, lo que hace que sus aportaciones estén más fundamentadas, al poder basarse en su experiencia docente.

Siempre he apoyado la instauración de políticas educativas basadas en los principios de la educación inclusiva, con el objetivo de promover que todo el alumnado pueda participar en los diferentes procesos de enseñanza-aprendizaje organizados en las aulas, dentro de un currículum común, donde ningún alumno o alumna sea segregado de este proceso debido a sus características y necesidades. Todas las personas presentamos diferentes necesidades educativas y siempre acompañado de potencialidades. Podemos tener una necesidad educativa en cualquier momento de nuestra vida. Hoy en día, se apuesta por el concepto de “diversidad funcional”, que quiere decir que hay personas que realizan tareas cotidianas de una manera diferente a las que estamos acostumbrados a ver, como por ejemplo las personas con discapacidad visual, que requieren de ayudas técnicas para poder desplazarse en el entorno (guía vidente, bastón, perro-guía, etc.), pero el hecho de ser discapacitado no le impide poder desplazarse a través del entorno. Simplemente requiere de una serie de apoyos que le permiten poder desplazarse por el entorno como cualquier otra persona. Estas personas pueden tener necesidades educativas dentro de un centro educativo determinado, al igual que una persona que no presente ninguna discapacidad ni trastorno determinado, a primera vista. Un estudiante puede tener dificultades para entender las matemáticas cuando llega a una etapa avanzada, y ya entonces tendría una necesidad educativa, o unos alumnos pueden aburrirse en clase porque la metodología de enseñanza-aprendizaje propuesta por el profesorado no les resulta muy estimulante. Todos estos podríamos introducirlos dentro del concepto de “diversidad funcional”, porque pueden realizar las mismas tareas y aprender, pero de una forma diferente a la que estamos habituados. Para permitir que una persona pueda ser educada en igualdad de oportunidades, debemos suprimir todas aquellas barreras que impiden la participación y el aprendizaje de todas las personas.

No va a ser mi intención definir la educación inclusiva y explicar las características del modelo ni su historia, ni las diferencias entre la escuela integradora ni la escuela inclusiva, sino de tratar de responder a algunas de las cuestiones formuladas por la ponente, las cuales pueden permitir establecer unos cimientos teórico-prácticos elementales para iniciar el cambio educativo, enfocado a la mejora de las prácticas educativas desde una perspectiva inclusiva, que es la principal intención de la ponencia.
  1. El artículo 27 de la Constitución Española analiza el derecho que tenemos todas las personas a la educación, por lo que si una persona es sacada de su aula para recibir una serie de apoyos, es como si estuviéramos excluyendo a una persona para ser educada en igualdad de oportunidades, pensando en el desarrollo de sus competencias clave para que puedan alcanzar todas sus metas. Aplicando estas medidas segregacionistas conlleva a que demos al alumnado una imagen inadecuada de la diversidad, arriesgándonos a que consideren la diversidad como algo que hay que modificar y combatir, porque solamente podría dificultar el desarrollo de las personas y de la sociedad. La tendencia a homogeneizar los grupos-clases supone un punto de vista de la educación desfasado, cuando los tiempos de la sociedad industrial durante el siglo pasado, que puede conllevar a perjudicar al desarrollo de valores como el respeto, la tolerancia y la empatía, a la vez que discriminar a ciertas personas debido a sus características. Esta reflexión podría ser un punto de partida a tener en cuenta.
  2. Para poder implantar un cambio educativo a nivel inclusivo, se requiere, en primer lugar, respaldo político y económico. En primer lugar, debe existir un consenso entre todos los partidos políticos que forman parte del Congreso de Diputados para diseñar, entre todos y todas, una ley educativa común que pueda durar en el tiempo, para así poder conseguir resultados a corto, medio y largo plazo. El hecho de que la ley educativa sea modificada o derogada cuando llega un nuevo partido político al poder, provoca el caos, el desánimo, la incertidumbre y la interrupción de las diferentes medidas educativas planteadas. Luego, debe analizarse con profundidad el concepto de “inclusión”. Se menciona este concepto en las recientes legislaciones educativas, pero siguen recogiéndose medidas segregacionistas propias del enfoque de integración educativa: Adaptaciones curriculares, agrupamientos flexibles, apoyos individualizados en aulas externas, programas de mejora del aprendizaje y del rendimiento (con estructura similar a los antiguos programas de diversificación curricular, etc.). Si hablamos de “inclusión”, no debemos incluir medidas que conlleven a homogeneizar grupos o sacar a estudiantes fuera de sus aulas ordinarias para recibir una atención individualizada, porque entonces estaríamos excluyendo al alumnado de poder estudiar junto a sus compañeros/as de clase y poder participar de los mismos aprendizajes que ellos y ellas. Este respaldo político es importante para poder oficializar y respaldar las prácticas inclusivas que pretendamos promover. Se recomienda contar con el asesoramiento de diferentes grupos sociales que aporten sus ideas para diseñar las leyes educativas (no solamente el profesorado, sino también las familias, alumnado y cualquier persona en general), además de analizar las publicaciones científicas y divulgativas que diferentes personas han realizado sobre educación inclusiva y buenas prácticas inclusivas, y contar con el asesoramiento de investigadores en la temática. De nada sirve investigar si luego las políticas educativas no recogen los descubrimientos y propuestas realizadas, porque entonces sería un derroche en dinero y tiempo, además de una gran frustración para todas las personas que investigan en esta área.
  3. Acto seguido, si implantamos medidas educativas, deben tener un respaldo económico que permita obtener todos los recursos necesarios. No es necesario hacer una macro-inversión económica para poder diseñar escuelas inclusivas, sino de saber gestionar los recursos económicos de los que disponemos. Muchas de las metodologías que recogen los principios de la educación inclusiva, como los del aprendizaje dialógico (grupos interactivos, tertulias dialógicas, bibliotecas tutorizadas, etc.) o el aprendizaje cooperativo, básicamente requieren modificaciones a nivel organizativo y de implicación por parte del profesorado, y el apoyo de determinados voluntarios o profesionales que ya se encuentren dentro del centro educativo. Luego, adaptar recursos para que puedan ser percibidos por todo el alumnado según su estilo de aprendizaje y modalidad sensorial dominante, solo requiere de orientaciones dirigidas al profesorado para diseñarlos, ya que las mencionadas TIC facilitan mucho la tarea de búsqueda y elaboración de recursos, gracias a la base de recursos que podemos encontrar en la red, además de numeroso “software libre” con el que podemos diseñar dichos recursos. Básicamente la inversión debe estar centrada en la adquisición de ayudas técnicas, eliminación de barreras arquitectónicas, contratación de profesorado de apoyo y especialistas (volviendo a instaurar oficialmente la tasa de reposición del 100% y la normativa que obliga a cubrir las bajas y vacantes a partir de los diez días en que surge ésta), formación del profesorado, familias y otras personas que intervengan en la educación de las personas; y adquisición de determinados recursos didácticos especiales que no puedan ser diseñados por el profesorado, además de asegurarnos de que todas las personas puedan tener derecho a acceder a becas y ayudas, con el objetivo de que nadie se quede excluido a nivel educativo.
  4. Para promover un cambio a nivel institucional dentro de los centros educativos, es importante conseguir, en primer lugar, la implicación de todo el profesorado. Aunque el centro educativo disponga de una cultura escolar que abarque una forma de trabajar determinada, éstas siempre pueden evolucionar con el debido asesoramiento y formación. Antes de emprender proyectos inclusivos, conviene orientar y formar al profesorado debidamente, contando con los expertos necesarios, recibiendo cursos de formación por parte de los centros de profesorado y de innovación educativa, formando parte de redes intracentros e intercentros de apoyo, y ayudándoles a programar las diferentes actuaciones. Conviene dedicarle a esta fase el tiempo necesario, sin prisas pero sin pausas, y cuando ya se encuentren todos listos, prepararnos para la acción. Los diferentes expertos pueden ayudar al centro educativo a realizar una evaluación inicial donde participase toda la comunidad educativa aportando información, para así triangular posteriormente toda ésta y obtener una serie de conclusiones fidedignas a la realidad del centro educativo. Estaría bien diseñar y difundir instrumentos que orienten al profesorado para realizar la evaluación de centro desde la perspectiva de la educación inclusiva.
  5. Aunque el profesorado tiene un rol importante en la transformación del centro educativo, conviene que tengamos en cuenta la participación del resto de miembros de la comunidad educativa: Familias, alumnado, personal de administración y servicios, voluntarios, trabajadores de diferentes instituciones (asociaciones sin ánimo de lucro, fundaciones, ONGs, ayuntamiento, etc.), estudiantes de grados de educación en prácticas, etc. Todos ellos conocen mejor que nadie sus propias necesidades e interesantes, y pueden participar para construir un centro educativo que permita satisfacer todas sus necesidades e intereses, es decir, la escuela de sus “sueños”. Todos pueden participar en la organización y gestión del centro educativo (por ejemplo, en comisiones gestoras, formadas por grupos mixtos) y en las actividades de enseñanza-aprendizaje planteadas (como los grupos interactivos y restantes actividades mencionadas antes, las conocidas como “actuaciones de éxito” que recogen los principios del aprendizaje dialógico). La inclusión social y educativa tiene que ver con permitir todas las posibilidades posibles que permitan que todas las personas puedan participar en la sociedad, incluyendo en su propia escuela.
  6. Con respecto a las TIC, en la actualidad está generalizado el uso de estos recursos tanto como herramienta de trabajo como recurso didáctico. No vamos a describir las posibilidades de las TIC, pero sí recomendar que, entre las actividades formativas, se orienten sobre actividades prácticas para promover procesos inclusivos gracias al aprovechamiento significativo de las TIC, no solo como recurso motivador, sino para promover actividades cooperativas, de investigación y desarrollo de proyectos, gracias a la información a la que podemos acceder gracias a ella.
Y aprovechando que en esta Jornada de Información principalmente se habló de la Tesis Doctoral, ¿cómo una tesis doctoral puede ayudar a conseguir todo esto?:
  1. No hacer un estudio pensando solamente en obtener la titulación o en realizar publicaciones para acumular méritos con el objetivo de ascender de categoría, o incluso desarrollar una investigación tomándoselo como un trámite para conseguir la titulación y acceder a puestos de trabajo concretos. Aunque suene muy lógico, hay diferentes investigaciones cuya calidad permita cuestionar su verdadera intención.
  2. Si investigamos, aunque sea para realizar la Tesis Doctoral, debe ser con el objetivo de ampliar el conocimiento científico que disponemos sobre la materia en cuestión. De nada sirve malgastar tiempo, dinero y esfuerzo en realizar una investigación si ésta no está enfocada a, en el caso del ámbito educativo, probar nuevas metodología de enseñanza-aprendizaje, valorar la influencia de una nueva variable en los resultados educativos del alumnado, diseñar nuevas políticas educativas, probar recursos didácticos innovadores, etc. En mi caso, mi intención es ayudar a los centros educativos a realizar una evaluación de centro más significativa con instrumentos completos y fundamentados, elaborados a partir de los materiales hechos por otros autores y fundamentado en los estudios de investigación realizados hasta la fecha sobre educación inclusiva. Y, tras realizar la evaluación, asesorarles en la implantación de prácticas inclusivas siguiendo la metodología de la “investigación-acción”.

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