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sábado, 11 de abril de 2015

Justificar decisiones tomadas en el pasado

Estimados lectores, tanto varones como mujeres:

Han pasado ya seis meses desde que tomé la decisión de presentar mi dimisión como maestro de Primaria en un centro educativo público de la Comunidad de Madrid. El motivo fue las enormes dificultades que estaba teniendo de controlar el clima de mi aula. Estuve dos semanas, y en la primera semana tuve dificultades, pero se conseguía trabajar. En la segunda, hubo dos días horribles donde no pude hacer prácticamente nada, donde además sentí una enorme falta de respeto hacia mi persona por parte del alumnado. Por eso acepté la decisión del equipo directivo de que se llamase a la inspección educativa y, tras reflexionarlo, tomé la decisión de dimitir. ¿Por qué?:
  1. No era la primera vez que pasaba por este trance. No es la primera vez que he tenido dificultades para conseguir motivar al alumnado y conectar con ellos. Aquí influye la personalidad, las habilidades sociales y lo que les transmitas al alumnado. 
  2. De nada hubiera servido plantear medidas para mejorar el comportamiento del alumnado o la convivencia en el aula. ¿Por qué? Porque en el resto de las clases no sucedía este problema. Los niños estaban callados y hasta sentían miedo del resto de docentes. De ahí a que influye lo que les transmitas al alumnado. Y la personalidad entra en juego. Por eso siempre se evalúa la personalidad a la hora de evaluar los intereses profesionales, cuando los orientadores ayudamos al alumnado a decidir su proyecto de vida.
  3. Estaba perjudicando al centro. A raíz de esta situación, el equipo directivo podría estar en peligro de ser sancionado duramente por la situación si los padres denunciaban, al no haber sabido hacer frente de manera adecuada. Nada más que hay que leer sobre el conflicto sucedido en el CEIP Tomé y Orgaz acerca de esas conversaciones entre docentes vía WhatsApp, y enterarse de las consecuencias que han sufrido los miembros del equipo directivo, implicados o no en el asunto. Luego, se estaba destrozando el sistema de apoyos educativos al alumnado con necesidad de refuerzo, ya que el hecho de enviar a maestros a "vigilarme", incluso en clases con grupos con los que no tenía problemas, además de desagradable, perjudicaba al alumnado con más necesidades. Yo, que defiendo mucho la inclusión educativa, que esto pasase por mi culpa era horroroso. Y la cosa es que no es la primera vez que me pasa, porque en otro centro me pasó igual y la jefa de estudios se quedaba siempre conmigo, pero como solo quedaba una semana para que regresara la profesora a la que sustitía, acepté la situación.
  4. El día anterior se me dijo que me buscara un médico con el objetivo de "quitarme de en medio descaradamente". Me pareció poco ético pedirme una baja sin encontrarme deprimido ni tener una enfermedad, además de ser una medida muy confusa. Crea inestabilidad en el grupo que haya tantos cambios de docentes y de metodologías, y a la larga perjudicaría al grupo (ellos así lo veían también).
  5. La inspección no aportó ninguna solución alternativa. Estaba prohibido devolverme a las listas por esta razón, no era causa justificada, y se me amenazó con el expediente disciplinario. Era o el expediente disciplinario (siendo interino, las consecuencias son más graves que con un funcionario de carrera), o la dimisión.
Por ello, pensé que la solución a corto plazo era dimitir y apostar por el cambio de docente. Y de la noche a la mañana todo ha cambiado. No sé si el alumnado ha sido consciente de lo sucedido, o simplemente cambió todo porque la nueva persona que ha llegado ha sabido afrontar la situación. Tampoco sé si ha sido justo el haber sido expulsado. Creo que sí, porque aunque le haya dedicado muchas horas de mi tiempo a mi alumnado en todos los centros donde he estado, si no se consiguen resultados, esa persona debe ser despedida. Cuando no he tenido dificultades con el clima de aula, he tenido problemas de absentismo a los cuales no supe hacer frente de forma adecuada. En el PCPI, al final tuve que pasar la mano a la mayoría de los alumnos salvo a uno en concreto para que pudieran hacer las prácticas. Y teniendo en cuenta que el 50% de los fondos del PCPI viene del Fondo Social Europeo, ¿no sería esto muy grave? He contribuido al final a desperdiciar el dinero aportado por la Unión Europea. Debí haber dimitido antes, porque en el centro de adultos terminé dando clase solamente a dos alumnos, porque del grupo de enseñanzas iniciales, todos acabaron abandonando el grupo por diversas razones. Si hubiera sido más honrado, habría dimitido antes, porque cobrar un sueldo de maestro para darle clases particulares a dos personas, es bochornoso, aunque me ocupase también de gestionar la revista. Al final perjudicó esto a mi desarrollo como docente, y ya hemos visto las consecuencias.

He cometido muchos errores durante mi carrera, a veces por falta de formación (comencé muy pronto a dar clases, en el primer año de carrera, y no sabía ni programar ni tenía ideas. Vamos, me precipité, aunque luego aprendas de los errores, pero pienso mucho en el alumnado y las consecuencias de mis errores) y otras por ser demasiado pacífico, pero así es mi personalidad. También es cierto que no se me da bien estar pendiente a muchas cosas a la vez, o tener mil ojos como se dice que hay que tener en las aulas. No doy más de sí, la misma razón por la que soy incapaz de conducir un coche o de comprender un diálogo en otros idiomas (lo que me ha visto a estancarme en el nivel B1 en el aprendizaje de idiomas, por culpa de la comprensión oral, o "Listening" en inglés). ¿Es posible que me equivocase de carrera? ¿Al final todas las personas tenemos un techo en cada habilidad? No lo sé. 
Tal vez deba buscar un nuevo rol, como ahora lo estoy intentando hacer con el gabinete y mi posible vuelta a la universidad. Pero viendo lo poco que se me preparó desde la facultad para hacer algunas tareas (estoy formándome ahora, por mi cuenta), a veces siento arrepentimiento de lo que he hecho en los últimos doce años de mi vida, desde que terminé la ESO, por todos los momentos donde he sufrido o lo he pasado mal preocupado por mi alumnado o por mi estabilidad laboral. Por eso decidí emprender, porque si me pongo a buscar trabajo de un rol que sabes que tienes dificultades para desempeñarte y que sientes carencias formativas, para que luego te echen enseguida, pues va a ser que no. No me he apuntado a ninguna oposición porque no me hace ilusión simplemente, viendo todos los acontecimientos surgidos en los últimos años en esos puestos de trabajo.

Algunos pueden llamarme honesto, honrado, y generoso. Pero lo cierto es que precisamente por ser honrado me he llevado muchos palos, y ya uno se cansa de pedir disculpas a diario por todo.

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