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viernes, 1 de junio de 2012

Valoración de las directrices de la UNESCO sobre Educación Intercultural

Autor: Rafael López Azuaga

En este informe realizo una valoración personal del documento “Directrices para la Educación Intercultural” (UNESCO, 2006). Valoro muy positivamente que se intente fomentar una educación intercultural en los centros educativos y, en general, en la sociedad, de ahí a que destaque positivamente la elaboración de estas directrices. Considero importante que todas las personas comprendan que existen diferentes culturas, cada una con sus creencias, costumbres, valores, etc, y que nuestra cultura no es la única y la más importante de todas (es decir, no hay que tender al “egocentrismo”), y que se debe promover el respeto mutuo entre todas ellas y reducir las actitudes racistas y xenófobas, favoreciéndose gracias al intercambio y cooperación de todos una sociedad más tolerante, sostenible y con tendencia a progresar.

Debemos todos promover y participar en el proceso dinámico de construcción de las relaciones interculturales, en las cuales contactemos con personas de diferentes grupos sociales, cada una con su propia cultura, favoreciéndose el “mestizaje”, y podamos enriquecernos y/o analizar si compartimos o no sus correspondientes creencias. Valoro que se proponga que cada persona tendremos una identidad cultural flexible (puede evolucionar a raíz del contacto con otras culturas) y una serie de deberes y derechos que debemos cumplir, sin que nadie tenga privilegios sobre otros. También valoro positivamente que se analicen los estereotipos y prejuicios que predominan en la sociedad y que atribuyen una imagen negativa a determinados grupos sociales, generalizando un comportamiento solamente por el hecho de que algunos casos puntuales lo lleven a cabo.

En nuestros centros educativos, actualmente podemos presenciar una mayor diversidad cultural, la cual no solamente ha aumentado debido a que la población inmigrante sea mayor, sino a que se está favoreciendo la escolarización de otros grupos sociales más marginados, como los gitanos, que ya se encontraban viviendo en España desde hacía tiempo. Se hace hincapié en esta diversidad, y también en la importancia de que el profesorado trabaje los contenidos sobre educación intercultural en su formación inicial y también permanente, para saber diagnosticar e intervenir ante las necesidades culturales de todos sus alumnos, al igual que saber aplicar un “currículum intercultural”, en el que se tenga en cuenta la realidad social heterogénea que tenemos a nuestro alrededor y se tengan en cuenta las diferentes lenguas, entre otros contenidos claves. Valoro positivamente que en las directrices se mencione la cooperación entre las diversas instituciones de la sociedad y de otros países para promover la interculturalidad.

No obstante, he encontrado algunos aspectos que no comparto demasiado. Se habla de atender las “necesidades culturales especiales”, cuando en realidad todos tenemos necesidades culturales que deben ser atendidas. Todos tenemos necesidad de recibir una educación de calidad, de mantener unas relaciones humanas aceptables y dentro de unas normas, de poder compartir o no una serie de creencias (científicas, religiosas, etc), entre otras necesidades culturales. En los centros educativos de deben atender todas estas necesidades en cada una de las personas, independientemente del grupo social al que pertenezcan.

A la hora de elegir la “lengua de instrucción”, no especifica claramente cómo se haría. Yo plantearía (y esto es solo una opinión personal que puede ser cuestionada sin problema alguno) que principalmente se trabaje el currículum con la lengua del territorio en el que nos encontramos pero que a su vez especifiquemos las acciones y el vocabulario básico que empleamos en cada una de las lenguas de origen de los alumnos que tenemos en nuestra aula. Por ejemplo, si estamos en clase de Educación Plástica, concretar cada una de las acciones (pintar, colorear, dibujar, moldear, etc) y el vocabulario básico (papel, lápiz, rojo, amarillo, etc) en cada uno de los idiomas, para favorecer la inclusión del alumnado y el aprendizaje de su lengua de acogida.

En las directrices se especifica entre “grupos minoritarios” y “grupos mayoritarios”. Creo que da a entender que el segundo se encuentra por encima del primero en el sentido de que es más prioritario, y que los grupos minoritarios deben adaptarse a la cultura de los grupos mayoritarios y que su función es más pasiva dentro de la sociedad. Yo propondría que se utilice el término de “grupos sociales”, en el cual se englobe a todos, dando a entender que deben atenderse las necesidades de todos los grupos sociales, puesto que todos tenemos derecho a vivir en un estado de bienestar con todas las necesidades básicas cubiertas, y las podemos tener todos en cualquier momento.

A la hora de promover el conocimiento sobre la situación y cultura de los “grupos minoritarios” en las personas que pertenezcan a los “grupos mayoritarios”, también a su vez debe hacerse el proceso inverso, de manera que tanto unos como otros se enriquezcan con las aportaciones de ambos y se sensibilicen con la situación de cada uno de ellos (todos tenemos nuestras necesidades y conflictos que otros no tienen). En relación con estos grupos, no se concreta demasiado a cuáles se refiere en concreto, porque un grupo social con una cultura específica pueden ser los adolescentes y otro grupo lo formarían las personas de la tercera edad, sin tener que ser inmigrantes. También se habla demasiado de promover el conocimiento, pero no basta con eso. El sujeto puede saber describir un grupo social determinado, pero sin interpretar su cultura ni su situación, de manera que le lleve a obtener una conclusión en la que cuestione aquello en lo que está de acuerdo y lo que no está de acuerdo, no se provocará una comprensión, valoración ni sensibilización óptima de la situación y caracterización de los diferentes grupos sociales.

Cuando se habla de promover el conocimiento de diferentes costumbres en aspectos como la alimentación y la vestimenta, especificaría que debe promoverse la “hibridación cultural”, en el sentido de que debe evitar el egocentrismo y estandarizar una creencia o costumbre como la más aceptada y la más “normal”, cuando en realidad existe una diversidad de puntos de vista en cada uno de ellos igualmente válidos. Se trataría de ver normal que en algunos países se lleve una vestimenta diferente dada su cultura, al igual que haya alimentos que normalmente nosotros no consumimos o que otros decidan no consumir por diversas razones (por ejemplo, el cerdo).

En las directrices se habla de “integración”. Yo propongo que se inclinen más por la “inclusión”, ya que la integración quiere decir que los grupos sociales pueden estar viviendo en una misma localidad pero se encuentran segregadas en “guetos” sin establecer contacto los unos con los otros ni cooperar entre ellos para que la localidad prospere. El término “inclusión” promueve que todos se relacionen, convivan y aprendan y trabajen cooperativamente, sin que nadie permanezca segregado. En los centros educativos se entiende así, en donde la educación inclusiva plantea crear una escuela para todos y realizada por todos, donde cooperen todos los miembros de la comunidad educativa y los alumnos aprendan cooperativamente en el aula ordinaria sin que sean llevados a un aula de “Apoyo a la integración”. Si hablamos de “integración”, podemos dar a entender que para atender las necesidades de los grupos sociales, estos deban recibir una adaptación curricular o ser llevados a un aula externa para ser intervenidos, no favoreciendo las relaciones interculturales en el aula. Sería el caso de la medida del Aula Temporal de Adaptación Lingüística que se lleva a cabo en algunos sectores, o los “agrupamientos flexibles” llevados a cabo por algunos centros educativos.

Se habla de reducir los prejuicios que mantengan las personas sobre un grupo social determinado, lo cual me parece adecuado, a raíz de las creencias que se generalizan en la sociedad, muchas de ellas transmitidas por los medios de comunicación. No obstante, no debemos olvidar que no siempre los estereotipos y prejuicios son negativos. Por ejemplo, existe el estereotipo positivo de que las jóvenes cordobesas son muy bellas, y también el estereotipo positivo de que los japoneses son muy trabajadores y puntuales y que les gusta hacerlo, a raíz de su cultura laboral. En el segundo caso, promover este estereotipo puede ser interesante para promover un comportamiento que sea muy aceptado en la sociedad, sobre todo en el mercado laboral, cuyos perfiles profesionales demandados son cada vez más exigentes dados los continuos cambios que se producen en nuestra sociedad.

No comparto que se incluya el término de “civilización” cuando existen contradicciones con el concepto de “cultura”. En una civilización, se imponen una serie de creencias y valores que deben permanecer en una comunidad. Se da una visión del mundo en la cual se engloban las ideologías, creencias, valores, costumbres, leyes e instituciones a las cuales todos deban amoldarse. Si los llamados “grupos minoritarios” (pueblos autóctonos o indígenas cuyo linaje se remonta a los habitantes aborígenes del país, minorías territoriales o grupos con una larga tradición cultural, minorías no territoriales o nómadas, inmigrantes, etc) tienen que amoldarse a lo que se encuentran en la sociedad, es imposible promover unas relaciones interculturales. En los centros educativos sería imposible promover una educación intercultural si los docentes fomentan que los alumnos asimilen la cultura que predomina en la sociedad, que normalmente suele ser la de los llamados “grupos mayoritarios”. No debemos olvidar que la lengua y la cultura son dos factores de exclusión social si no logramos adaptarnos a toda la diversidad de necesidades y culturas que nos encontramos, puesto que aquel alumnado que presente una lengua y una cultura alejada a la que se fomenta en el aula, terminará excluido y su rendimiento académico se verá afectado.

Como ampliación de todo esto, siguiendo las aportaciones de Ferrer Julià (2011), considero que deben respetarse cada uno de los derechos humanos básicos siempre y cuando las personas, con el motivo de defender sus derechos, no vulneren los derechos de los demás. Todos los derechos humanos básicos deben ser respetados y todos debemos tener acceso a todos ellos, sin obviar ninguno de ellos. Es importante promover que los alumnos se mezclen y se relacionen con alumnos de otros grupos sociales, y que el centro educativo esté organizado de forma que motive a los padres a matricularlos en centros culturalmente diversos, para evitar que los matriculen en centros educativos sin esa diversidad y que los alumnos de aquellos grupos sociales más minoritarios y/o marginados se encuentren escolarizados en “centros guetos”, además de perjudicar que los otros grupos no puedan enriquecerse de su relación con estos grupos, y viceversa. Debe promoverse la igualdad de oportunidades en el ámbito educativo, y que no solamente todos los alumnos estén escolarizados, sino que además reciban una educación que atiendan sus necesidades e intereses. Hay que eliminar las desigualdades que se encuentren en el acceso al sistema educativo, durante el proceso educativo que siguen y en los resultados que obtiene el alumnado.

Para terminar, planteo una serie de medidas para favorecer la educación intercultural a raíz de lo establecido en estas directrices. Considero imprescindible que para aquellos nuevos alumnos que hayan llegado, que pertenezcan a grupos sociales diferentes (incluyendo alumnado inmigrante) se les aplique un programa de acogida (Fernández Beato, 2009; López Azuaga, 2011), con propuestas como las siguientes, entre otras:

- Las familias deben ser asesoradas acerca del sistema educativo español, el proyecto curricular de centro, la organización y gestión del centro educativo, la intervención que se realizará con su hijo, ...y promover su participación en el centro educativo e implicación en el proceso educativo de sus hijos. Si es necesario, tendremos un “mediador intercultural” y un intérprete, en el caso de que no dominen aún nuestra lengua. La coordinación entre ambos para desarrollar la intervención es fundamental, para evitar que se produzcan discrepancias en éstas y que el alumnado aprenda en casa contravalores de los que se están trabajando en el centro educativo.
- En cuanto al alumnado, además de atender todas sus necesidades educativas tras la evaluación psicopedagógica, se deben promover actividades como juegos de presentación, juegos cooperativos, negociar las normas de convivencia, juegos de sensibilización a estereotipos (negativos), etc.
- En el supuesto de que aún no domine nuestra lengua, además de la intervención que planteé anteriormente, podríamos instalar pictogramas en el centro educativo que le permita comunicarle el lugar de las principales infraestructuras del centro educativo y de las acciones cotidianas.
- Asignarle un “tutor de acogida” y un “alumno-tutor” que le ayude a favorecer la inclusión social y educativa del alumnado, además de ayudarle a establecer relaciones interpersonales con sus compañeros.
- Promover la implicación del alumnado en todas las actividades, incluyendo complementarias y extraescolares. Si todos los alumnos de todos los grupos sociales y con diferentes características participan, se favorecerá más la inclusión social y educativa.
- Plantear tareas que recojan los principios del constructivismo, en los cuales se incluyen llevar a cabo estrategias didácticas basadas en el aprendizaje cooperativo.

Además del programa de acogida, siguiendo en la línea de plantear propuestas prácticas para aplicar estas directrices, se deberían trabajar transversalmente en el currículum contenidos relacionados con la educación intercultural, siendo trabajados continuamente a lo largo del curso y evaluándose el proceso seguido para mejorar aquellos aspectos que sean necesarios para el siguiente curso (Barandica, 1999; Jiménez Gámez, 2004), con algunas propuestas como las siguientes entre otras posibles:

- Desarrollo de competencias sociales y valores para favorecer la convivencia en el alumnado.
- Promover las políticas europeas de igualdad de trato y no discriminación en las aulas, con actividades que ayuden al alumnado a reflexionar sobre su importancia. Trabajar la declaración universal de derechos y deberes humanos, en el sentido de que todos debemos compartirlos y desarrollarlos, sin que nadie tenga privilegios sobre los demás.
- Resolución de conflictos interculturales.
- Desarrollar actitudes de sensibilización ante la situación de aquellos grupos sociales que estén en riesgo de exclusión social. Se deben aquí desarrollar actitudes positivas hacia la diversidad (“ver la diversidad como un valor, una oportunidad para el aprendizaje”).
- Promover el conocimiento de los fenómenos migratorios y sus causas, analizando de historias de vida de estas personas (ej: la historia de la familia de nuestros compañeros inmigrantes).
- Analizar las causas por las que existe el racismo y la xenofobia y trabajar actitudes para rechazar conductas que recojan esos principios.
- Analizar contenidos “racialistas” y etnocentristas en medios informativos (textos, publicidad, imágenes, etc).
- Programar jornadas interculturales en los centros educativos, contando con la intervención de las familias, colectivos u ONG.
- Conocer otros sistemas culturales y la realidad socioeconómica y geográfica de diversos países de la zona, reflexionar sobre las diferentes formas de vida y organización social en diversos contextos culturales, analizar las diferentes riquezas de cada cultura, etc. Se deben establecer proyectos educativos que duren a lo largo del curso y, al final de éste, se realice una evaluación para determinar las propuestas de mejora a aplicar para el siguiente curso.

También destaco las siguientes propuestas, las cuales pueden ayudar a favorecer la inclusión social y valoración de la diversidad cultural:

- Además de promover la formación inicial y permanente del profesorado, se debería fomentar más la formación de las familias acerca de los grupos sociales y favorecer actitudes positivas hacia el contacto e interacción con estos grupos sociales, además de saber intervenir ante las necesidades culturales y educativas que presenten sus hijos (Fernández Beato, 2009).
- Los recursos didácticos que se utilicen deben cultivar el diálogo intercultural, y debemos detectar y eliminar aquellos sesgos que promuevan contravalores (por ejemplo, que siempre aparezca un tipo de persona con una caracterización estándar, como si esa es la que generalmente tenemos todos los seres humanos y consideramos como “normal”) (Aguado, 2004).
- Modificar la Constitución, la cual debería hacer mayor referencia a la riqueza cultural que ha supuesto y suponen a las sociedades europeas los inmigrantes llegados desde todas las partes del mundo (Ferrer Julià, 2009).
- Las diversas instituciones de la sociedad deberían participar en el desarrollo del currículum, participando en actividades o asesorando a los docentes, entre otras posibles tareas.
- Los centros educativos deben tener una mayor autonomía para flexibilizar el currículum y las medidas de atención a la diversidad a llevar a cabo para adaptarse adecuadamente a las necesidades educativas de sus alumnos.
- Formar a aquellos profesionales que vayan a ocuparse de la dirección del centro educativo en aquellas habilidades y actitudes adecuadas, sobre todo la capacidad de liderazgo. Sería interesante promover un modelo de “dirección funcional” para que todos puedan desarrollar estas habilidades en una tarea concreta de la organización y gestión del centro educativo (Beltrán, 1994).
- Fomentar la participación de las familias de los alumnos pertenecientes a los grupos sociales más minoritarios y/o marginados en la dinámica del centro educativo, en las actividades que se lleven a cabo y, sobre todo, en el proceso educativo de sus hijos.
- Debemos incrementar el presupuesto destinado para proporcionar mejores dotaciones a centros y barrios con más necesidades. (Ferrer, Castel y Ferrer, 2006). Es importante corregir las deficiencias formativas de los grupos sociales más necesitados y compensar las desigualdad de oportunidades existentes en la actualidad (Ferrer Julià, 2005).
- Reducir aquellos procesos que fomentan la exclusión social. Tenemos que adaptar el currículum a la lengua que presentan los alumnos, mantener unas expectativas positivas (ni negativas ni tampoco “sobrevalorando” para evitar situaciones de estrés y depresión entre los alumnos al no poder alcanzar esas expectativas) y orientar a todos los alumnos acerca de los contenidos que muestran en los medios de comunicación sobre las personas inmigrantes o que pertenezcan a grupos que se encuentren en riesgo de exclusión social (Gil del Pino, 2010).
- Finalmente, el establecimiento de un “currículum intercultural inclusivo” (Jiménez Gámez, 2004) permitirá que logremos los objetivos propuestos por los diferentes principios de estas directrices. Podríamos extendernos aún más sobre esto, pero dejo reflejadas aquí algunas aportaciones para la reflexión, que pueden ampliarse a raíz de la consulta de las diferentes referencias bibliográficas que he utilizado y otras más que pueden consultarse en la red o en las bibliotecas.

Todo lo que he reflejado en este informe son valoraciones personales, que pueden ser cuestionadas e incluso aclaradas en el supuesto de que presente algún malentendido. En un futuro, espero seguir profundizando más estas reflexiones, sobre todo cuando lleve todo lo aprendido a la práctica.

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