A continuación, se aportan unas pautas generales para resolver
conflictos que hayan sucedido entre los hermanos. Vamos a suponer
que, de repente, escucha a sus hijos discutiendo o incluso acaban
llegando a las manos. Este es el procedimiento a seguir:
1-Intente
separarlos sin decirle nada. No deben darles un guantazo ni un azote
a ninguno de los dos. Cada uno se irá a su dormitorio, y en caso de
que éste sea compartido, a habitaciones separadas. Esperar cinco
minutos a que estén más tranquilos.
2-Una
vez pasados los cinco minutos, sentarse todos a hablar. Alguien
empezará a hablar. Para evitar disputas por ver quién empieza
primero, lanzar una moneda. Uno elegirá cara y otro elegirá cruz.
Otra opción sería poner pegatinas en la moneda, donde en la cara A
venga el nombre de “Mario” y en la cara B el nombre de “Paula”.
Al que le toque, comenzará a explicarse, pero antes de eso
recordaremos las dos normas básicas: “Cada uno debe respetar el
turno de palabra del otro sin interrumpir”, “No hay que
gritar, solo hablar”. Les podemos permitir hacer un dibujo si
así se expresan mejor.
3-Debemos
intentar ponernos en el lugar de cada uno y entender cómo se han
sentido. Algunas frases que pueden servir de ejemplo son las
siguientes:
- “Así que te ha pegado tu herman@. No te gusta que te peguen y te ha sentado mal que te haya pegado, ¿verdad?”.
- “¡Vaya! Ese comentario te ha tenido que molestar bastante”.
- “Entiendo que te gustaría que tu herman@ no te hiciera esas cosas”.
- “¿Crees que te hace eso para molestarte?”
Estos
comentarios son importantes para ayudar a que ellos poco a poco
entiendan cómo se siente el otro con las consecuencias de sus actos.
4-En
caso de que haya habido un acto de agresión, sea físico o verbal,
por un comportamiento que no le gusta del otro hermano, debemos
permitir que explique cómo se siente. Es bueno dejar que se exprese
con palabras, como alternativa a los insultos y a los puños. Sería
bueno disponer de un muñeco con el que el hermano pueda desahogarse:
“No hagas daño a tu herman@. Muéstrame tus sentimientos con
este muñeco”. Y aquí éste puede pegarle, insultarle, decirle
cómo se siente con ella...Permitid que se expresen con libertad
siempre y cuando haya respeto, y que cada uno entienda cómo se
siente el otro herman@.
5-Ayudadles
a encontrar una solución a sus problemas. A cuanta más creativa,
mejor. Podemos pactar nuevas normas entre ellos, intentando que sean
en positivo (ej: “Pedir permiso para coger cosas de mi
herman@”). También podemos ayudarles a llegar a un acuerdo y a
resolver sus diferencias. Intentad que dialoguen lo máximo posible,
y que al final puedan darse un “abrazo de hermanos”. Es bueno
enseñadles que no se resuelve nada con la violencia. Y por supuesto,
los padres deben dar ejemplo de esto y no usar la violencia con
ellos.
6-Durante
el proceso de diálogo, los padres debemos evitar decir o hacer cosas
como las siguientes:
- Evitar compararlos, tanto para lo bueno como para lo malo. Cada hermano es como es, con sus propias virtudes. No esperes que uno vaya a ser igual que el otro en todos los aspectos positivos. Si ocurre un problema, en vez de decir cosas como “¿Por qué no eres como tu herman@”, “Tu herman@ no hace esas cosas”, es mejor centrarse en describir el problema y tratarlo con él, sin nombrar al otro herman@.
- Al igual que no se deben hacer comparaciones negativas, tampoco se deben hacer comparaciones positivas: “Lo haces mejor que tu herman@”. Puede crear sentimientos negativos hacia el otro herman@, que se vean como rivales por el afecto y la atención de sus padres. Todas las comparaciones siempre son odiosas. Simplemente valorad lo que hacen, pero sin hacer comparaciones. Como ya se ha hecho, nadie es igual a otra persona y cada persona tiene sus propias virtudes.
- En caso de que sea un conflicto porque uno diga que le han dado más que a él en algo concreto, debemos tener en cuenta que no se trata de dar a los dos hermanos lo mismo, sino la cantidad que cada uno necesite. Ejemplos de quejas son las siguientes: “¡Le has dado más galletas a ella que a mí! ¡Él tiene más paga que yo!”. Acto seguido, le haremos esta pregunta: “¿Necesitas más? ¿Tienes más hambre, necesitas comprar algo...?”. Comentarios de este estilo.
- En caso de que haya habido una agresión física o verbal, no debemos centrar la atención exclusivamente en el agresor. En primer lugar, atender al perjudicado. Supongamos que la hermana le ha pegado un mordisco al hermano en la mano. Entonces, nos dirigimos al hermano y le decimos: “¿Te ha mordido tu hermana? A ver, déjame ver tu mano. Vaya, parece que te ha tenido que doler. Voy a ponerte algo de hielo, tu hermana debe aprender a decir las cosas con palabras en vez de morder a otras personas”. Con respecto al agresor, enseñadle la conducta alternativa y, en caso de repetirla, decirle cosas como: “¡Nada de mordiscos! Sabes cómo conseguir lo que quieres sin mordiscos”. Y dejárselo claro también al otro herman@: “Tu herman@ sabe ser amable y pedir las cosas bien o decir las cosas con palabras cuando quiere”. Es bueno que en cada herman@ creemos expectativas positivas hacia el otro.
- No dejar que ninguno de los dos vaya de “víctima”, ni tratar a ninguno como una víctima. En lugar de eso, enseñarle a defenderse con palabras. Contextualizarlo según la situación y ayudadle a llevarlo a la práctica. Por ejemplo, supongamos que uno de los dos dice: “¡Papá, no me quiere dejar su muñeco!”. Pues se le enseñan diferentes maneras de pedirlo prestado y negociarlo.
- Aceptar las frustraciones de cada herman@. Aunque es cierto que se debe trabajar la tolerancia ante la frustración, también es positivo ponerse en el lugar del otro y entender cómo se siente: “Entiendo que te sientas así, es muy duro”. Y a partir de ahí, dialogar y resolver el conflicto.
Y
unos cuantos consejos más:
- A cada herman@ se le dedica el tiempo que cada uno necesite. No se trata de dedicarles a cada uno la misma atención, sino aquella que cada cual necesite, sin descuidar a ninguno de los dos. Cada uno tiene sus propias necesidades, y cada uno necesita un trato único y especial para ellos. No pasa nada por decirles: “Espera, estoy ayudando a tu hermana. Cuando termine, me cuentas qué te sucede e intentaré ayudarles”. Deben aprender que todos pueden necesitar su atención, esperar su turno y respetar que el otro necesite ayuda.
- Es bueno al principio darles pauta y ayudarles. A medida que vayan creciendo, les diremos: “Ya sois mayores. Estoy seguro de que los dos podéis llegar a un acuerdo y resolver esto”. Llegado este momento, podéis proponerle que escriban en una hoja las posibles soluciones que se le ocurran. Luego deberán acudir a sus padres para exponer las soluciones y ayudarle a elegir la solución más válida para todos. No cuestionar las soluciones, tan solo elegir entre todos la que resulte más adecuada.
- Si se pelean en exceso y notáis que prácticamente forma parte de un juego entre los dos, mostrad cómo los padres os sentís con todo esto: “Puede que para vosotros sea un juego, pero nosotros lo pasamos fatal”.
- Si es necesario, se puede disponer de un “libro de quejas” en casa, y las quejas serán estudiadas. Pueden ser expresadas con dibujos.